DE PADRES CASTIGADORES A HIJOS CASTIGADORES

 

La Convención de Derechos del Niño de Naciones Unidas ya lo ha afirmado: el castigo físico en los niños es una violación del derecho del niño a su integridad física.

El castigo físico son las bofetadas, los azotes, golpes en la cabeza, los tirones de pelo y orejas, los pellizcos y otras agresiones corporales, así como la humillación que conllevan.

Lo único que provoca el  castigo físico  en el niño es miedo. Se trata de una forma de violencia “socialmente aceptada”, pero una forma de violencia al fin.

El Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades sostiene que  "la violencia puede paralizar temporalmente al niño, pero nada más". Pero además puede provocar en el niño la “insensibilización frente el dolor ajeno”.

Uno de los caminos por los que los niños aprenden conductas es por “imitación”. El vivir  la violencia como el método mas común de resolución de conflictos, lo llevará a afrontar sus problemas de forma violenta. Si a este hecho le sumamos  la culpa que provoca en los padres el castigo físico que propinan, acaban por darle al niño todo lo que quieren.

En un estudio realizado por Manuel Gámez Guadix,  se analizaron las pautas de crianza empleadas por los padres de una muestra de 1.071 estudiantes universitarios españoles. Los investigadores hallaron que el uso del castigo físico es altamente prevalente en España y que suele ir acompañado de agresión psicológica. En concreto, los datos revelaron que el 63% de los universitarios entrevistados afirmó haber sufrido algún castigo corporal a los 10 años, y el 81% señaló haber recibido agresión psicológica. 

Del estudio de Manuel Gámez se desprende que la mayor parte de los padres emplea el "azote", la "bofetada" o el "cachete" una media de más de 10 veces al año, lo que pone en evidencia que los padres españoles desconocen que existen otras medidas para corregir el mal comportamiento de los hijos, que son más eficaces y que no producen efectos psicológicos adversos.

En mi practica profesional, como psicóloga de familia, he observado muchos padres que confunden el concepto de “poner límites” con “castigar”. Muchos padres, son fundamentalmente castigadores físicos, estando convencidos que con ello consiguen “poner límites” a las conductas incorrectas de sus hijos. Cuando sus hijos crecen físicamente, se quedan sin herramientas de control. Me he encontrado también con padres que enarbolan la bandera  de “nosotros no castigamos”,  y no ponen límites, siendo  los resultados nefastos también. Ambas caminos pueden llevar a la instalación del llamado “síndrome del Emperador”.

El síndrome del emperador, es el maltrato hacia a los padres, también conocido como síndrome del pequeño dictador o tirano. El perfil del "pequeño tirano", suele ser el de un varón de unos 9-17 años, hijo único, y de clase media–alta. Este problema se caracteriza por un comportamiento agresivo (verbal o físico), y/o conductas desafiantes o provocadoras de ira en los padres y de violación de las normas y límites familiares; asimismo suelen presentar un alto nivel de egocentrismo, junto con una baja tolerancia a la frustración, empatía y autoestima.

No se trata en función de los resultados del los estudios, culpabilizar a unos padres que fueron criados en el uso del castigo físico, sino más bien de trabajar con ellos para generar otros modos más adecuados para corregir y educar a los hijos.

·        Algunas de estas alternativas se basa en los conceptos de autoridad y afecto:

·        Imponer normas y límites coherentes a los niños y niñas, hacerlas respetar .Mostrar el límite con firmeza y claridad, pero sin pegar ni humillar.

·        Educar a los niños y niñas en derechos y responsabilidades, fomentando su autonomía.

·        Los niños necesitan calidad y cantidad de tiempo compartido con sus padres. El tiempo compartido fortalece la relación, los conflictos son parte de la vida y son necesarios afrontarlos, evitar los conflictos lo único que provoca es postergar su resolución.

·        Los conflictos se resuelven con comunicación y pidiendo perdón. Enseñar a pedir perdón se hace pidiéndolo nosotros mismos cuando sea necesario. Es perdonando sus errores y premiar sus logros.

·        Demostrar el cariño (abrazar, besar a nuestros hijos) y decirlo, no darlo nunca por supuesto ("Él sabe que le quiero"), independientemente de que a veces hagan las cosas mal y se equivoquen.

·        Antes de imponer un castigo, hay que escuchar.

·        Comunicarse no significa solamente decir lo que nos pasa, sino también hacerlo en el momento y en la forma adecuada.

·        Ni Mano dura, ni mano blanda, es mejor la firmeza con cariño

·        No exigir más de lo posible para la edad y las características individuales

·        La violencia siempre es patológica. En tanto padres somos modelos morales de nuestros hijos.

 

·        Sensibilizar a nuestros hijos.  Mostrar que otros niños sufren. Dar correcto ejemplo haciéndole saber al niño que es uno más, importante, pero uno más.

 

Roxana Antonia Apollonio Cabrera

Licenciada en Psicología

Diciembre 2010

 

Bibliografía de referencia

-Manuel Gámez-Guadix,Murria A, José Antonio Carboles,Marina J. Muñoz-Rivas and Carmen Almendros- Universidad Autónoma de Madrid and University or New Hampshire: CORPORAL PUNISHMENT AND LONG-TERM BEHAVIOR PROBLEMS: THE MODERATING ROLE OF POSITIVE PARENTING AND PSYCHOLOGICAL AGGRESSION.Phicotema 2010.

-Carlos Wernicke, “AGRESION Y VIOLENCIA”. Proyecto Padres orientados.Cartilla Nro 7.